7 de mayo, 2019.
La técnica de la creación de los vitrales del Palacio Nacional de la Cultura, se encuentra en riesgo de desaparecer. Los altos costos y la carencia de personal calificado dificultan el proceso de restauración.
Por Valeria Barillas

Realizar un recorrido por los salones del Palacio Nacional de la Cultura es un placer para los amantes del arte. Cada elemento expuesto en el palacio cuenta una historia que involucra personajes representativos del país. Los mitos propios de la cultura guatemalteca forman parte de la exposición, dando un aire de misterio. Sin embargo, si las obras se observaran a través de otras ventanas, el sitio perdería su encanto.
En 1932, el General Jorge Ubico convocó a la construcción del Palacio Nacional. El deseaba que todas las obras expuestas en este edificio fueran creadas por los mejores artistas guatemaltecos. Por esta razón, al maestro Julio Urruela se le encargó la tarea de elaborar los vitrales del monumento.
Mohamed Estrada, arquitecto de restauración del Palacio Nacional de Cultura, indica que los vitrales del lugar fueron desarrollados con una técnica muy particular. “El maestro Urruela vivió varios años en Europa, fue allí donde aprendió esta técnica, en ese entonces desconocida en Guatemala”, agregó.
Los vitrales están dispuestos en tres áreas a lo largo del edificio. En el salón de Banquetes aparecen tres símbolos patrios: el quetzal, la bandera y la monja blanca. Además, se encuentran las diez virtudes que deben caracterizar a un gobernante. Las cuales son: el progreso, la paz, el trabajo, la libertad, la justicia, la probidad, la concordia, el orden, la educación y la fortaleza. El artista ideó un simbolismo que representa cada una de ellas. Resalta la probidad, la cual ilustra a un hombre que entra desnudo y sale desnudo. Este vitral representa una crítica contra los gobernantes corruptos. Actualmente las diez virtudes se encuentran en restauración, no están disponibles al público.

La segunda sección es el Pasaje Central, donde se encuentran 10 vitrales que reflejan fragmentos de poemas de autores de la literatura guatemalteca. Los poemas seleccionados son: El Pensativo, La Fuente del Bosque, Epístola Guatemala, La Tentativa del León, El Lago, El Pavo Real, El Guarda y el Loro, Las Tardes de Abril, El Relox, Rusticatio Mexicana y El Toque del Angeluz.
La última sección es el salón de Banderas, en donde están expuestos 14 vitrales, la mitad de ellos escenifican la época precolombina y el resto la época colonial.
En septiembre de 1980, un carro bomba estalló en el Parque Central. Las repercusiones del atentado ocasionaron la destrucción del 80% de los vitrales. Después de este acontecimiento el maestro Urruela funda una escuela taller de vitrales para compartir su conocimiento con estudiantes interesados. La finalidad del proyecto era evitar que la técnica quedara en el olvido.
Entre los aprendices, destaca Carlos Hernández, quien continúo impartiendo clases en la Escuela de Artes Plásticas tras el fallecimiento de Julio Urruela. La única estudiante que finalizó el curso de vitalismo fue Esmeralda Gallardo. El taller se trasladó a las instalaciones del palacio, por lo que la escuela no pudo continuar.
Esmeralda Gallardo, vitralista del Palacio Nacional, comenta que el proceso de restauración ha sido lento. “Desde 1996 comencé a trabajar en este proyecto. El maestro Carlos Hernández se ha retirado, por lo que por mucho tiempo fui la única que conocía la técnica”, indica.

Entre los materiales requeridos para la elaboración del vitral se encuentra el plomo, un metal altamente toxico y contaminante. Por lo que el Instituto de Seguridad Social recomendó que los empleados que se encuentran en contacto con este elemento solo laboren 4 horas diarias y mantengan un monitoreo periódico de la sangre. “A partir de mis embarazos comencé a tomar más precauciones. El plomo se acumula en la sangre y afecta la gestación en las mujeres. El primer síntoma de intoxicación que he presentado son migrañas. En exceso provoca un envenenamiento llamado saturnismo”, comenta Gallardo.
El saturnismo es un envenenamiento provocado por una alta dosis de plomo que altera los circuitos neuronales. Produce anemia, neuropatía periférica, toxicidad en los riñones e hipertensión.
“Entre las precauciones que debo tomar esta el uso de mascarillas para controlar las emanaciones de vapores. La fábrica 3M de Estados Unidos se retiró de Guatemala y dejo de vender estas mascarillas. Las que nos proporcionan en la actualidad no tienen la misma calidad. Entre otras medidas de precaución están: bañarse después de trabajar y dejar la ropa y zapatos en el taller”, agrega la vitalista.
Debido a la cantidad de trabajo hace dos años se le busco el apoyo de 2 asistentes, quienes colaboran en la actualidad con ella.

Otra de las causas por las que se ha retrasado el proceso de restauración es el alto costo de los materiales y la dificultad para su importación. Los vidrios utilizados provienen de Alemania y son realizados artesanalmente. “Una onza de pigmento puede llegar a costar Q5000. Por ejemplo, el color rojo es oxido de oro, el amarillo es oxido de plata, varia dependiendo el color. En total un pie cuadrado de vital puede llegar a costar $2000”, indica Gallardo.
Con estos costos y las dificultades que se enfrentan los avances son lentos. Sin embargo, algunos vitrales que ya habían sido restaurados fueron dañados en las manifestaciones del magisterio nacional en el 2008, cuando lanzaron piedras y otros objetos que afectaron todo el trabajo ya realizado. Algunos de los manifestantes fueron capturados y acusados de daños al patrimonio, pero indicaron que no contaban con recursos para pagar los daños, fueron liberados. El proceso de restauración continua.
Todavía no existe una fecha concreta para finalizar el trabajo. Sin embargo, este reducido grupo de artesanos dedica todo su conocimiento y esfuerzo para restaurar este valioso patrimonio cultural.
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